Darío Rada: el periodista que convirtió su pasión por los autos y las motos en una historia de vida
Hablar de Darío Rada es hablar de pasión, ruedas y periodismo. Nacido en Medellín en 1956, este comunicador social egresado de la Universidad de Antioquia encontró la manera perfecta de unir lo que ama con lo que mejor sabe hacer: informar y conectar con la gente.
Desde muy joven los carros y las motos marcaron su vida. Creció entre vehículos de trabajo y particulares, aprendiendo a conducir de la mano de su padre y hermanos. Su primera moto y su primer carro, un Renault 12 modelo 1973, llegaron gracias a su esfuerzo como mensajero. Ese fue solo el comienzo de una historia que hoy lo tiene como uno de los referentes más queridos del mundo motor en Antioquia.

Durante años trabajó en grandes cadenas radiales como Caracol, RCN y Todelar, incluso siendo protagonista en momentos históricos del periodismo colombiano como la cobertura de la muerte de Pablo Escobar. Sin embargo, cansado del “reporterismo de guerra”, decidió dar un giro: llevar su voz y talento a lo que más lo llenaba de vida, los autos y las motos.
Así nació “Vértigo y Autopistas”, su propio medio dedicado al cubrimiento del sector automotor. Y con él, eventos que hoy mueven multitudes como el Pulguero Automotor, que desde hace 8 años reúne cada mes a cientos de aficionados en Medellín, y Antioquia Motriz, un encuentro nacional que celebra la cultura automotriz a fin de año.

Pero su legado no se queda ahí. Darío también lidera desde hace más de una década el Antioquia Motor Club (AMC), un espacio donde más de 300 propietarios de vehículos se reúnen para compartir su pasión en desfiles, exhibiciones y experiencias inolvidables.
Con un estilo cercano, sencillo y apasionado, Darío Rada se ha convertido en un verdadero embajador de la cultura automotriz en Colombia. Para él, los carros y las motos no son solo máquinas, sino vehículos para hacer amigos, compartir historias y fortalecer lazos familiares.
Hoy, orgulloso de haber transmitido esta pasión a sus hijos y hasta a su nieto, Darío sigue disfrutando de la carretera, los paisajes de Colombia y las charlas llenas de anécdotas alrededor de un volante. Como él mismo asegura: “La pasión no tiene estrato social”.
Y su historia lo demuestra: cuando se unen la vocación y el gusto, el camino no solo se disfruta, sino que también inspira a toda una comunidad.





