Las lluvias van para largo en Medellín y todo Antioquia.
En Antioquia seguirá lloviendo hasta julio. Este mes se perfila como el más lluvioso de lo que va del año.
unio llegó con más agua de la esperada. En abril, el Área Metropolitana pronosticó que la temporada de lluvias en el Valle de Aburrá, que este año ha arreciado con fuerza, terminaría en mayo. Llovería después, sí, pero en menor intensidad. Contrario a lo esperado, los días de nubes grises y aguaceros continuaron. Y lo más desconcertante: la constante se mantendrá hasta julio.
Hasta el próximo mes, entonces, habrá que sacar el paraguas en Antioquia. Esta semana, la directora del Ideam, Yolanda González Hernández, explicó que una onda tropical ingresaría a la ciudad, lo que reforzaría las lluvias.
Habrá que prestar mucha atención al río Medellín, fiel testigo del aumento de las lluvias. En varias ocasiones ha estado al borde de desbordarse, llegando a niveles de hasta cinco metros, cuando su nivel habitual es de apenas unos 50 centímetros.
La pregunta es por qué fallaron los pronósticos sobre la temporada de lluvias. La respuesta no es tan sencilla. Hay que tener en cuenta que en la región Andina hay dos picos invernales al año. El primero suele ser entre marzo y mayo, mientras que el segundo sucede, por lo general, en el último trimestre del año.
El aumento de las lluvias se debe a la aparición del fenómeno de la Niña. Según el Ideam, este se caracteriza como “una disminución de las temperaturas (anomalías negativas) en las regiones Andina, Caribe y Pacífica”. Sin embargo, la Niña no es la única causa de las lluvias en la región. Y ahí está la clave para entender por qué este año ha llovido más.
De afuera llegó más agua
Contrario a lo que podría pensarse, el fenómeno de la Niña de este año, pese a los estragos que ha generado (ver recuadros), ha tenido una intensidad “moderada”. Ha sido mucho menor al de 2010-2011, uno de los peores de las últimas décadas. Ese año, según el Banco Mundial, el país perdió $8,6 billones.
Christian Euscátegui, magíster en Meteorología, explicó que la temporada de lluvias ha sido fuerte, a pesar de la moderada fuerza del fenómeno de la Niña, por otros factores como el ingreso de humedades desde la Orinoquía y la Amazonía.
Este año han entrado grandes corrientes desde esas regiones y se han posado sobre los Andes. Eso explica no solo por qué ha llovido con más frecuencia, sino también por qué las lluvias se han extendido más de lo esperado. “Desde hace más o menos un mes tenemos ondas tropicales. Es normal que se presenten en esta época. Lo que pasa es que han estado activas y, con las humedades que vienen de la Orinoquía, han intensificado mucho más las lluvias”, explicó Euscátegui.
El experto, que pasó por el Ideam y ahora trabaja en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, pronosticó que la temporada de lluvias se extenderá, por lo menos, hasta julio. Lo más probable es que ahí comience un lento descenso y los aguaceros se espacien entre sí. “No es que deje de llover, como la gente suele creer, sino que va a llover menos. En agosto entraríamos a una temporada más seca que se extenderá hasta el último trimestre, cuando vuelven las lluvias con intensidad”, precisó Euscátegui.
Basta con mirar la información del Sistema de Alertas Tempranas del Valle de Aburrá, Siata, para dimensionar cómo esos fenómenos externos han repercutido en la vida de todos. En el deprimido de Los Músicos, uno de los que más se inunda, este mes han caído 130 milímetros de agua, mientras en todo mayo, el mes más lluvioso hasta ahora, cayeron 179 milímetros. Si la tendencia se mantiene, junio será el más lluvioso, y de lejos.
Está temporada de lluvias ha estado marcada por las inundaciones de deprimidos como ese, el de la Terminal del Norte y el de Bulerías, lo que a la larga genera trancones y deteriora la calidad de vida de los ciudadanos.
Desde marzo, cuando comenzó la temporada de lluvias, se notó la diferencia con el año anterior. Según el Siata, el promedio de lluvias en el centro del Aburrá es de 100 mm, mientras que en marzo de 2022 se reportó un acumulado de 140 mm.
La universidad ITM ha adelantado una investigación con el Ayuntamiento de Barcelona sobre la emergencia climática y sanitaria del Valle de Aburrá. Y es que este territorio, que es un valle interandino muy estrecho, y que tiene sus laderas construidas, está especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. El estudio del ITM recoge datos del Ideam que alertan de que el promedio de lluvias crecerá entre un 11% y un 39% en los próximos años.
A esto se suman las flaquezas de la ciudad: una precaria disposición de residuos sólidos y una infraestructura de alcantarillado y acueducto deficientes. En el valle hay 250 quebradas, la mayoría con construcciones muy cercanas. El ITM explica que los suelos de este territorio son muy nuevos geológicamente hablando y tienden a ser más inestables. Según el Plan de Acción Climática de Medellín, una herramienta para contrarrestar los daños del medio ambiente, señala que en la ciudad hay 280.000 personas habitando zonas de riesgo de deslizamientos de masa y que para 2040 serán 344.000.
Es decir, las temporadas de lluvia tienden a ser más largas y fuertes, como la actual, y cada vez habrá más gente en riesgo.
Por: EL COLOMBIANO