La diversidad no se silencia, se defiende

Las ciudades deben ser espacios donde cada persona pueda vivir sin temor, donde la diversidad sea respetada y no castigada.

La diversidad no se silencia, se defiende

Si la diversidad te molesta, el problema no es la diversidad, eres tú.

¡Urgente llamado contra la violencia hacia la diversidad!

«Nos están matando.» La voz de una activista retumba en la marcha, cargada de dolor, de rabia contenida, de una verdad innegable. Matan los prejuicios, la indiferencia, el odio que se camufla en discursos de normalidad. Matan a quienes aman diferente, a quienes se atreven a ser libres, a quienes con valentía se visten de verdad. Matan los cuerpos, pero también las esperanzas, los sueños, la posibilidad de existir sin miedo.

No podemos seguir ignorando la sangre que tiñe nuestras calles. Según la Personería de Medellín (2024), se han atendido más de 540 casos de emergencia social relacionados con la población LGBTIQ+, evidenciando un incremento significativo en comparación con años anteriores. Además, la misma entidad ha reportado más de 800 vulneraciones a los derechos de esta población, incluyendo agresiones físicas, verbales y casos de discriminación (Personería de Medellín 2024). A nivel nacional, la Defensoría del Pueblo (2024) ha documentado 63 homicidios y feminicidios contra personas LGBTI en lo que va del año, reflejando una preocupante tendencia de violencia.

Cada vida arrebatada es un golpe a nuestra humanidad, una advertencia de que la indiferencia nos está pudriendo por dentro. No es solo la población diversa la que está en peligro, somos todos. Porque cuando matan a una persona por ser quien es, están quebrantando el derecho a la vida de toda la sociedad, están diciéndonos que en este lugar la diferencia se paga con la muerte.

La diversidad no se silencia, se defiende

No podemos ser cómplices del silencio. No podemos ser solo espectadores mientras la violencia arrebata vidas y destruye sueños. Debemos hablar, denunciar, exigir justicia. Debemos abrazarnos más fuerte, reconocernos en el otro, entender que cada asesinato no es un número más en una estadística, sino una historia interrumpida, un amor que no pudo seguir floreciendo.

Nos están matando, y no podemos permitir que la muerte se convierta en la norma. Hoy, este grito es por la vida, por la dignidad, por la posibilidad de ser y amar sin miedo. Que nuestras ciudades no sean tumbas, sino refugios para la diversidad. Que nuestras calles no sean espacios de muerte, sino caminos seguros donde cada persona pueda caminar con orgullo, sin temor a ser la próxima víctima.

No más silencio. No más miedo. No más muertes. Porque la vida, toda vida, merece ser vivida con dignidad.

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