El año diferente de los caficultores
Por: Duglas Balbín Vásquez
Pocas veces como en esta época la caficultura colombiana puede gozar de algún grado de tranquilidad y más específicamente los productores, las 550 mil familias que viven de ese cultivo.
Porque, valga la pena subrayar, es un segmento del agro que suele mantener la mano tendida en la búsqueda del apoyo gubernamental. Por eso, llama la atención este momento de la historia, pues están coincidiendo una serie de vientos que soplan a favor.
No sobra decir que el buen precio interno del grano no depende solo del desempeño favorable de la cotización internacional. También debe haber una tasa de cambio positiva, en otras palabras, que haya devaluación.
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Hoy, esas dos variables son positivas: la cotización internacional de la libra del café colombiano en la Bolsa de Nueva York cerró este viernes 15 de noviembre al alza: US$2.83 frente a US$2.79 del jueves 14. Y la tasa de cambio se mueve por lo alto: $4.430 al cierre de la semana, según un reporte de la Federación Nacional de Cafeteros.
Gracias a ello, el precio promedio que les reconocen las cooperativas a los productores por la carga de café es de $2.509.000. Un valor que nominalmente resulta ser relevante e histórico.
¿Qué pasa con la cosecha? Porque en varias ocasiones ha pasado que, no obstante el precio sea favorable, la producción no tanto. Pero en este momento las estimaciones de la Federación apuntan a que el país podría sumar 13 millones de sacos.
Alineadas con la buena cotización, tasa de cambio, precio interno y cosecha hay otras variables que le aportan significativamente a la situación del mercado cafetero global y que, desde luego, resultan ser tranquilizantes para Colombia: la primera es que el consumo mundial está subiendo. Según el más reciente reporte de la Organización Mundial del Café -OIC- crece al 2.2% en el período 2023/2024, a 177 millones de sacos.
Pero la segunda tiene que ver con la cosecha. Porque si bien sube en 5.8% a 178 millones de sacos, los más grandes productores Brasil y Vietnam no han cumplido con lo que siempre despachan. El país suramericano, en particular, padece situaciones climáticas extremas: primero la sequía y ahora las heladas.
Con buen precio y buena producción la situación para los caficultores, vista desde la barrera, es inmejorable. Sin embargo, el director del Comité Departamental de Cafeteros en Antioquia, Álvaro Jaramillo Guzmán, habla con prudencia desde el ruedo: se han alineado unas variables que es difícil que confluyan positivamente para el caficultor colombiano al mismo tiempo. Pero no todo es perfecto.
La cosa es así, según su explicación: las lluvias han concentrado la producción, han acosado la recolección y han elevado los niveles de roya. Y aclara: no obstante tener variedades resistentes, no son inmunes, hay que darles manejo agronómico y fertilizarlas.
Así que el momento para la caficultura colombiana es especial, poco común en la historia, positivo sin duda alguna. Y, como dice el directivo gremial, citando opiniones de los propios caficultores, si hay buen precio esas circunstancias climáticas de hoy se toleran.
Los productores de Antioquia, que aportan cerca del 15% de la cosecha colombiana, ven en 2024 el año del desquite, dice Jaramillo, ya que los tres años anteriores fueron entre malos y regulares. “El año pasado salieron a ras con ras en el mejor de los escenarios”, comentó.
Por: Duglas Balbín Vásquez