Sofía Vergara, hizo sudar la gota gorda a Pablo Motos
Lo de Sofía Vergara el pasado lunes 8 de enero El Hormiguero fue… apoteósico. Pocas veces se ha encontrado Pablo Motos una invitada como la actriz y pocas veces ha debido sudar como sudó el presentador anoche.
Inseparable amigo de Tony Montana al que en una escena de la mítica Scarface Al Pacino le dice “shoot that piece of shit” ordenándole matar a uno de sus rivales. Esto, que puede parecer una anécdota sin más, dice mucho de Sofía Vergara y visibiliza a la perfección a la bestia a la que se tuvo que enfrentar anoche Pablo Motos en El Hormiguero en la que probablemente haya sido una de las entrevistas más difíciles a las que se ha tenido que enfrentar el presentador.
Sofía Vergara fue una de esas invitadas de las que ya no quedan. Una de esas invitadas que acude a un programa a darlo todo sin miedo al que dirán y sin tener que guardar ninguna compostura. Una de esas invitadas que conoce perfectamente el show bussines, que sabe lo que es la televisión y aun siendo la primera vez que acudía a El Hormiguero entendió a la perfección cuál es el juego y el objetivo del programa. No le dejó pasar ni una Pablo Motos, le puso contra las cuerdas desde el principio de la entrevista y, por supuesto -él mismo lo confesó-, le hizo sudar la camisa.
Pocas veces en las 18 temporadas de El Hormiguero se ha encontrado Pablo Motos una invitada como Sofía Vergara, una bestia televisiva que convirtió lo que iba a ser en principio una entrevista de promoción de nueva serie, Griselda (Netflix), en un toma y daca de irónicas respuestas, de sarcasmo, de humor, de vacile, de, en definitiva, espectáculo televisivo. Y, tal vez, sorprendió aún más porque generalmente cuando vuelve Hollywood a El Hormiguero, a excepción de cuando ha ido Will Smith, los invitados van con el papel de ‘estoy de promoción, pongo una sonrisa y me voy’. Sofía Vergara, claro que iba de promoción, claro que sonrió, claro que disfrutó, pero lo suyo no tuvo nada que ver con lo habitual. Sofía Vergara estuvo, hablando mal y pronto, jodidamente espectacular, “Shoot that piece of shit”.
El toma y daca de Sofía Vergara
Pablo Motos, que suele boxear, se enfrentó anoche a una púgil de altura que le puso en más de una ocasión, por no decir toda la entrevista, contra las cuerdas. El presentador no podía salir de allí porque escapar de Sofía Vergara era imposible. La capacidad de la actriz para usar el sarcasmo y la ironía es una capacidad que pocos tienen, pero sobre todo la capacidad de Sofía Vergara anoche en El Hormiguero fue que aun soltando hostias como panes cada guantazo sabía a gloria, incluso para el propio Pablo Motos que, pese a haber sudado la camisa como en su vida, disfrutó como un niño el día de Reyes de la bestial capacidad de Sofía Vergara para el juego televisivo.
Fue tan bestial, tan brutal, tan apoteósico que era difícil saber cuando Sofía Vergara se la estaba soltando de verdad y cuando no. Y ante eso el entrevistador puede hacer dos cosas, o dar la entrevista por finalizada y aquí paz y después gloria, o dejar unirse al juego. Pablo Motos se unió al juego, pero nada tenía que hacer ante una Sofía Vergara que como su Griselda fue “astuta, sagaz”.
Y lo fue desde el principio, desde el mismo instante en que se sentó en la mesa de El Hormiguero y Pablo Motos le preguntó si tenía jet lag: “Tengo jet lag, creo que tengo menopausia, creo que tengo una ‘gripilla’ o un catarro, así que portarte bien conmigo”. El que avisa no es traidor.
Pablo Motos rápidamente se dio cuenta de la contrincante que tenía enfrente y anduvo con pies de plomo. Tanto, que incluso para contar un pequeño detalle de la serie le pidió hasta permiso y aún así Sofía Vergara no le dejó escapar. “¿Puedo hacer un spoiler?“, le preguntó el presentador. “Dímelo a mí primero y te digo si puedes”. “En nuestro negocio dicen que un programa bueno se vende con una frase y la serie comienza con una frase: el único hombre al que yo he tenido miedo es una mujer, Griselda Marcos”. ¡Error! Pablo Motos confundió el apellido de la narcotraficante que interpreta Sofía Vergara -en realidad, Griselda Blanco- y ahí estaba la Sofía Vergara letal para dejar bien claro su error y advertirle de nuevo que no le iba a pasar ni una.
Consciente el presentador que no podía jugar con sus habituales armas se dejó llevar y entró de lleno en el juego de Sofía Vergara de tomas y dacas, de golpes a diestro siniestro. Si le preguntaba si había bebido mucho estas Navidades, ella respondía que no tanto como le hubiera gustado porque a sus 51 años y con las semanas que tiene de promoción por delante, tenía que estar preparada. “Lo dices para que te diga un piropo y no lo voy a hacer”, le contestó entonces Pablo Motos, a lo que Sofía Vergara le soltó un “no importa, ya lo hace el público”.
En los breves descansos que tuvo el combate, que no fueron muchos, Sofía Vergara hizo lo que había ido a hacer, promocionar la serie de la que no solo es protagonista sino también productora. En la serie Sofía Vergara da vida a la narcotraficante colombiana Griselda Blanco, una mujer “mala, mala que te cagas” y un papel para el que la actriz tuvo que prepararse a conciencia: “Fue difícil. A los 50 años quién quiere aprender a fumar. Tuve que aprender a fumar. El director me enseñó a fumar, me enseñó a cómo se mete uno cocaína, que nunca había metido… Por ningún lado“. Sofía Vergara, a tope.
Pero cual Griselda Blanco, Sofía Vergara no iba a dar ningún respiro. Hasta tal punto que cuando la actriz estaba comparando el papel que le dio la fama en Modern Family, el de Gloria Pritchett, con el de Griselda y la dificultad de pasar de interpretar papeles de comedia a ser una asesina sin escrúpulos ‘golpeó’ con fuerza a Pablo Motos cuando éste le pidió que pronunciara de nuevo Modern Family en inglés: “¿Lo he dicho mal? ¿Es que hablas tú mejor que yo inglés? ¿Cuántos Emmy has ganado tú? ¿Cuántos Globos de Oro?”. De ahí no hay quien salga.
Para convertirse en Griselda Blanco, Sofía Vergara pasaba cada día seis horas en maquillaje, tres para ponerle una nariz falsa, decenas de aparatos en la cara, dientes falsos, hasta instrumentos para disimular la voluptuosidad que Dios le dio. Eso sí, los pechos son “de verdad, siempre han sido de verdad, antes de Griselda y después de Griselda”. Por si acaso a alguien se le ocurría hacer algún comentario sobre ellos. Delante de ella, ni de broma. De hecho, la respuesta de la actriz incomodó a Pablo Motos que no sabía cómo salir de la encerrona. Ya si eso, vendría luego El Monaguillo para poner el chascarrillo, pero delante de ella ni de por asomo. Sofía Vergara era la que marcaba el paso y el resto eran soldados que bailaban a su compás.
Sofía Vergara, sin pelos en la lengua
Y lo hizo con cada pregunta por la que Sofía Vergara no iba a gastar ni medio segundo en responder con seriedad. Lo hizo cuando Pablo Motos le preguntó cómo había conseguido que el público empatizara con una asesina como Griselda Blanco. El presentador explicó que cuando se hace un documental sobre gacelas y leones y muestras el lado de las gacelas, vas con las gacelas, y si lo muestra desde los leones vas con los leones. Por ahí tampoco. La reacción de Sofía Vergara, siempre con su embaucadora sonrisa fue un “¿qué dijo, alguien que me traduzca?”. Imposible vacilar más. Eso sí, Pablo Motos estuvo rápido de reflejos y halagador como siempre: “Voy con ella a tope”. Tampoco le quedaba otra.
Sofía Vergara llevaba como una especie de escudo antimisiles invisible, un escudo innato que la protegía de aquellas preguntas que no encajaban en el puzzle. Como cuando Pablo Motos le preguntó si ella era rubia y se había teñido para parecer más latina. ¡Madre, el charco en el que se metió sin comerlo ni beberlo! “¿Tú naciste con ese pelo de ese color, te lo teñiste? Entonces, por qué me lo voy a teñir yo”.
Ni siquiera cuando la intención de Pablo Motos era centrarse en la serie, Sofía Vergara bajó la guardia. No sé si la actriz fue avisada de cómo era El Hormiguero o de cómo eran las entrevistas de Pablo Motos o es que simplemente Sofía Vergara dio lo que no se esperaba para sorprender y que anoche todos hablasen de ella y de su Griselda, pero fue brutal hasta decir basta. Cuando Pablo Motos le preguntó si no pasó angustia cada vez que tenía que enfundarse todos los apliques estéticos para convertirse en Griselda o cuando tuvo que aprender a fumar, Sofía Vergara, que podía haber respondido con un “pues sí” y ya está, siguió repartiendo a diestro y siniestro: “Me daba angustia pero me la aguanté porque sabía que me iban a pagar bastante”. Ahora vas y vuelves.
“Me llama la atención la química que tienes con las mujeres”, cambió de tercio Motos. “No entiendo lo que tienes para gustarle al cien por cien de la gente. Ni el jamón le gusta al cien por cien de la gente”, añadió. “¿Pero por qué? ¿Es que te caigo mal? ¿Por qué no ves capaz de esa unanimidad? Suena a un poquito de envidia. Es que no sé si eso es una pregunta de verdad: ¿qué tienes?. Pues eso dímelo tú“. “Shoot that piece of shit”.
La pregunta ahora es: ¿disfrutó Sofía Vergara? Debió disfrutar y mucho. Fue una reina, una diva, una “astuta”. La “sagaz” a la que Pablo Motos sólo pudo rendir pleitesía: “Sofía sabía que eras buena, pero no tanto. Te adoro”.
Por: ELMUNDO