El futuro de los bosques: una tarea de todos.
En Colombia siguen sonando las alarmas por la deforestación, pero existen mecanismos para ayudar solucionar el problema.
En el mundo, cada año se pierden en promedio más de 12 millones de hectáreas de bosque a causa de la tala ilegal, los incendios, los efectos meteorológicos extremos, entre otras situaciones nocivas para el entorno ; una cifra que equivale alrededor de 146 canchas de tenis por minuto y que durante el último siglo se ha traducido en la pérdida del 15% de la superficie mundial de vegetación, equivalente al territorio de España, Portugal y Francia .
En Colombia, de acuerdo con datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, esta realidad se ha reflejado en una deforestación anual promedio de 88.490 hectáreas de bosque, lo que ha significado más de 3.182.876 hectáreas perdidas en las últimas dos décadas, y con estimaciones que indican que esta tendencia continuará en crecimiento.
Una situación que prende las alertas y más allá de llamar la atención en instancias de gobierno, ONG y sector privado, es un tema que nos involucra a todos los que habitamos el planeta, pues los bosques cumplen un papel fundamental en la sostenibilidad del medio ambiente, las comunidades y la economía. Los bosques regulan el clima y son una solución natural para el cambio climático, puesto que absorben y retienen el dióxido de carbono presente en la atmósfera, limpian el aire, filtran el agua , brindan un hábitat para más de dos tercios de la vida silvestre y plantas terrestres, ofrecen hogar a más de 300 millones de personas en el mundo que viven dentro y alrededor de los bosques, y constituyen uno de los recursos más importantes de la humanidad, pues ofrecen un suministro renovable de materiales y productos como la madera, el papel y el cartón.
De allí la importancia de que todos los actores de la cadena de valor de la madera y sus derivados, incluyendo a los consumidores, tomemos un rol más activo y apostemos, desde nuestro entorno más directo, por la conservación de los bosques.
Aunque esta pareciera una tarea complicada, lo cierto es que existe una herramienta que integra a ciudadanos, empresas, gobiernos y otros organismos bajo un objetivo común: proteger los bosques y asegurar una producción responsable que prioriza la protección de la biodiversidad y los ecosistemas, la creación de empleo con salarios justos y entornos de trabajos sanos, y el cumplimiento de los Derechos Humanos de las comunidades.
Se trata de la certificación FSC® (Forest Stewardship Council), un mecanismo que permite verificar y acreditar que la materia prima de origen forestal utilizada por la industria procede de bosques gestionados de acuerdo con criterios de sostenibilidad, es decir, una gestión económicamente viable, socialmente beneficiosa y apropiada desde el punto de vista ambiental para los bosques. Así, esta herramienta facilita el aporte desde el lado de los consumidores, quienes al priorizar en su decisión de compra de productos provenientes de la madera aquellos que porten el sello FSC®, tienen la garantía de que aquello que adquieren fue producido bajo un esquema de abastecimiento responsable que otorga prioridad a los bosques y a las personas.
Y desde el lado de las empresas, estar certificados significa asegurar la trazabilidad del manejo responsable de todos los materiales procedentes de la madera y la generación de valor a lo largo de su cadena productiva. Tal y como es el caso de Smurfit Kappa, una empresa líder en el desarrollo de soluciones de empaque innovadoras y sostenibles a base de papel y cartón, que le ha apostado a la certificación FSC® como enfoque para su gestión forestal.
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Este compromiso con la protección de los bosques, le ha permitido a Smurfit Kappa ser el mayor reforestador privado de Colombia con más de 67.000 hectáreas de plantaciones forestales comerciales y bosques naturales protegidos y conservados que cuentan con la certificación FSC® FSC® C008815 desde el año 2003. Igualmente, a ser el mayor reciclador de papel y cartón del país, con la recolección anual de más de 216 mil toneladas de papel y cartón y de esta forma garantizar que el 100% de las fibras vírgenes y recicladas de madera que utiliza para producir papel es de origen sostenible y cumple con altos estándares encaminados a consolidar comunidades prósperas, promover el uso responsable de los recursos naturales, apoyar buenos negocios y aportar a la consolidación de un planeta mejor.
Para Smurfit Kappa, los beneficios ambientales, sociales y económicos generados por el manejo responsable de sus plantaciones forestales son tangibles y de alto impacto, como por ejemplo, la capacidad de los árboles para absorber y fijar dióxido de carbono de la atmosfera que a la fecha ha llegado a una cifra total de más de 9 millones de toneladas de CO2.
En el mismo sentido, gracias a la actividad forestal y a su alineación con los valores que promueve FSC®, esta compañía también protege más de 22.000 hectáreas de bosques naturales que son el hábitat de más de 2.839 especies de flora y fauna, incluyendo especies en peligro de extinción como el Oso Andino; genera más de 2.600 empleos de calidad en el campo; aporta recursos para el mejoramiento de la infraestructura social de las comunidades, como centros educativos, vías (más de 1.700 kilómetros de vías forestales), acueductos, espacios públicos, entre otros; desarrolla alianzas estratégicas con diversas asociaciones para investigar y promover prácticas sostenibles; trabaja de la mano de caficultores para introducir sinergias ecológicas a partir de la coproducción forestal; cuenta con programas de prevención y control de incendios, plagas y enfermedades para la sanidad de los árboles; involucra a la población local en la tomas de decisiones relacionadas con el campo forestal; comparte su conocimiento y experiencia con clientes, proveedores y empresas del sector para que ellos mismos se certifiquen bajo el esquema FSC®, entre otros.
Si algo es claro es que, como lo manifiesta FSC®, al igual que nosotros dependemos de los bosques, los bosques dependen de nosotros. De allí que adoptar prácticas de producción y hábitos de consumo responsables sea fundamental para la construcción de un futuro sostenible, donde sigamos contando con recursos vitales para nuestra existencia.
Por: PORTAFOLIO