Los peligros que la reforma tributaria representaría para el país.
El 1% de las personas con mayores ingresos aportan el 38% del total del recaudo de impuesto de renta en personas naturales.
Es muy probable, que de aprobarse como está propuesta actualmente la reforma tributaria, esta genere un aumento significativo de la pobreza del país en el largo y mediano plazo, con repercusiones permanentes que serían muy difíciles de arreglar. Por consiguiente, es imperativo que el congreso deje a un lado el enfoque cortoplacista que caracteriza a los políticos y piense en el bienestar de Colombia.
Es claro que Colombia hoy en día no tiene un esquema impositivo competitivo que atraiga la inversión extranjera en masa, pues las empresas tienen un impuesto de utilidades alrededor del 35%, siendo uno de los más altos en la Ocde. Es también cierto, que el recaudo a personas naturales es de los más bajos de la región y un ajuste a este no vendría mal. El problema, es cuando la decisión del gobierno no es un ajuste, sino una reforma completa (total) que busca aumentar el recaudo del gobierno a costa de la pérdida de competitividad del país, generando últimamente una reforma contra-productiva.
Los errores y repercusiones de la actual reforma son obvios: la doble tributación a los dividendos, el castigo a las ganancias ocasionales, la necesidad de declarar impuestos por persona en vez de por familia, el enorme impuesto al patrimonio, el impuesto a ciertas bebidas y alimentos, el castigo a ciertas industrias como la minera y la petrolera, y el más grave, la eliminación de incentivos para las empresas.
Esta reforma desincentiva que se aumente la base gravable, puesto que, no habrá quién con sentido común, escoja a Colombia para formar empresas, traer capital y generar empleo con estas condiciones.
Lo que el gobierno no entiende es la importancia que tiene para el recaudo nacional el conjunto de las personas de mayores ingresos y cómo, el incentivar que estas personas terminen saliendo del país, podría generar un déficit fiscal enorme en un par de años. De acuerdo con la Dian en información compartida a dos publicaciones internacionales, el 1% de las personas con mayores ingresos aportan el 38% del total del recaudo de impuesto de renta en personas naturales.
Además, el impuesto al patrimonio caería sobre este grupo con seguridad y se podría asumir que este 1% es también dueño de empresas que aportan varios impuestos al Estado. Este grupo, aparte de aportar la gran mayoría del recaudo por impuestos del gobierno, tiene además un conocimiento muy valioso que sería prejudicial que Colombia lo perdiera, pues genera empleo y tiene un consumo significativo.
Para entender la importancia de los mayores contribuyentes, también de acuerdo con el Dian, el 10% de las personas con mayores ingresos, representa el 75% del total del impuesto de renta a personas naturales. Son muy pocos los que básicamente están financiando al Estado. Algo sensato sería proponer impuestos atractivos para atraer a más de estas personas al país y fomentar oportunidades para que los colombianos generen riqueza y así puedan aportar más. Sin embargo, para que eso suceda, tiene que existir un ambiente competitivo en materia de impuestos, lo cual este gobierno no está dispuesto a contemplar.
Este 1% está en la capacidad de cambiar de residencia fiscal con tal de proteger sus bienes e ingresos. El actual gobierno, no entiende los efectos secundarios de una reforma como la planteada. En ninguno de sus modelos se contempla el efecto del éxodo de los mayores contribuyentes, pues el Estado asume que no habrá un cambio de comportamiento y simplemente que el efecto será de quitarles a unos para repartirles a otros; en otras palabras, un juego de suma cero. Más aún, el gobierno habla mucho de la reforma, pero a hoy, nadie sabe en qué se piensa gastar el supuesto excedente de 25 billones de pesos.
De acuerdo con el senador Miguel Uribe Turbay, más de 2.000 millones de dólares de personas naturales han salido en los últimos dos meses. Esta fuga de capitales es terrible, pero lo que es peor, es la pérdida productiva en empleo, ganancias e impuestos que este capital podría haber generado en el futuro para Colombia.
El gobierno con sus decisiones en materia de seguridad, reforma tributaria, reforma pensional y al no actuar ante invasiones de tierra, está ayudando a que la confianza del inversionista se pierda rápidamente. Un efecto de la fuga de capitales, la reubicación fiscal del 1% de mayores ingresos del país y las pérdidas de renta gracias a los castigos a la industria petrolera, es que se creará una base gravable mucho menor, con menor recaudo y generando un déficit fiscal mucho mayor al actual.
En este caso el gobierno necesitaría financiarse en mayores cantidades a través de la emisión de deuda, pero debido a otra barbaridad que es la reforma pensional, este no tendría al mayor comprador de deuda que son los fondos de pensiones privados, porque la mayoría de las contribuciones se irían a Colpensiones a financiar pensiones actuales.
Gobiernos de izquierda no entienden estas dinámicas, sólo basta mirar a Venezuela. Lo que es peor es que cuando el deterioro del país empieza a ser notorio, estos gobiernos culpan a terceros, no se dan cuenta de sus propios errores y para mantener sus políticas actúan imprimiendo dinero, formando hiperinflaciones.
El presidente actual se ha visto a favor de la emisión de dinero, como se vio en ciertas alocuciones cuando era candidato. Es muy peligroso lo que está pasando en Colombia y lo más triste es que Colombia avanzaba en una senda muy positiva de crecimiento económico. Esperemos que el congreso actúe con sabiduría y no apruebe la reforma tributaria en la forma que el gobierno actual la ha presentado.
Por: PORTAFOLIO