Vingegaard, a tres días de ganar el Tour de Francia de los caballeros.

Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar, rivales y amigos en el actual Tour de Francia. El gesto de juego limpio del danés con el esloveno, tras una caída, causó admiración y respeto. FOTO GETTY
Su gesto de caballerosidad con Pogacar en la etapa 18 hizo más brillante su triunfo.
Todavía está viva en la memoria de Joseba Beloki derrapando y cayendo en el descenso de La Rochette, en el Tour de 2003, cuando peleaba con Armstrong por la camiseta amarilla.
El estadounidense, que ese día parecía acorralado, esquivó la caída y se pasó por el pasto para salir por delante de sus rivales, tomando ventaja de la desgracia de su colega.
En los tiempos del ciclismo a blanco y negro, también se vivieron rivalidades increíbles, emocionantes y, casi siempre, llenas de caballerosidad.
Raymond Poulidor, el “eterno segundo del ciclismo”, atacaba a Eddy Merckx en todos los terrenos, sin asomo de cobardía. Descendía como un kamikaze desde Luz Ardiden o desde el Tourmalet, o subía colgado de su propia lengua hasta el Aubisqué o Alpe d’Huez, pero siempre era alcanzado por el belga, cuyos pulmones eran como motores de avión.
Sin embargo, cuando por alguna razón Merckx pinchaba sus ruedas o se quedaba sin agua, Poulidor lo esperaba o le pasaba su bidón, porque no quería ganarle con ventajas extradeportivas.
Lo mismo sucedía en tiempos de Moser y Battaglin, o cuando se enfrentaban Indurain y Tonny Rominger.
Un gesto famoso de caballerosidad también involucró al tramposo Lance Armstrong. Ocurrió en el mismo Tour 2003, cuando el texano no tuvo compasión con Beloki. Subiendo a Luz Ardiden, un aficionado tumbó al “rey del Us Postal” y a Iban Mayo, el capitán del Euskatel Euskadi.
Jan Ullrich, el novel líder del Telekom, y quien marchaba segundo en la general, no aprovechó el papayaso y se quedó esperando al estadounidense. Luego, Armstrong lo atacó y ganó esa etapa, y de paso la carrera.
En el Tour de 2010 se vivió otro caso. En la etapa de Bagnes de Luchon, Andy Schleck tuvo un percance mecánico con su bicicleta y se quedó del lote puntero. Alberto Contador atacó justo en ese instante y le arrebató el liderato. En rueda de prensa dijo que no se había dado cuenta, y pidió perdón. Dos días después, en la etapa del Tourmalet, el “pistolero” se fue al ataque y solo pudo seguirlo el luxemburgués. Llegaron juntos a meta y Contador dejó que Andy ganara la etapa, en un acto de desagravio.
Lealtad y aplausos
Este jueves, en el Tour 109, en la etapa más esperada de todas, Lourdes-Hautacam, de 143,2 kilómetros, se dio otro caso de juego limpio, y quizás, sin exagerar, el más hermoso de la historia.
Tras haber descendido del Col de Spandelles, Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar iban juntos adelante, separados de los otros favoritos y muy cerca de los fugados. Tadej había atacado en seis ocasiones al danés del Jumbo. El primero de ellos fue a falta de 39 kilómetros y el último faltando 29. Los dos estaban nerviosos, pero a Pogi se le notaba más.
El esloveno perdió el control de su bicicleta y se cayó en el borde de la carretera, golpeándose fuertemente la rodilla izquierda.
Iban lanzados, pero Jonas, que sabía que cualquier milímetro de ventaja a su rival podía perjudicarlo en la contrarreloj del sábado, en Rocamadour, decidió detenerse y esperarlo. Un kilómetro más adelante, Tadej llegó a la rueda del “camiseta amarilla” y se dieron la mano en uno de los gestos más leales e inolvidables del ciclismo.
No hubo más ataques hasta faltando 4 kilómetros para meta, cuando Wout Van Aert, quien se había descolgado de la fuga, le puso paso a Vingegaard y logró soltar a Pogacar.
Más adelante el belga dejó que su líder se fuera en solitario para reclamar la victoria de etapa, el liderato de la montaña y casi que amarrar el título del Tour de Francia.
Pogacar llegó segundo a meta, a 2 minutos largos. Van Aert fue tercero, coronándose de paso campeón de los puntos. Luego llegaron Thomas y Gaudu, pegados y derretidos por el intenso calor.
Jornada para los velocistas
El Tour de los caballeros está cerca de terminar. Este viernes habrá “descanso” para los favoritos, pero no para los velocistas, que tendrán un nuevo duelo entre Castelnau-Magnoac y Cahors, otra sofocante jornada de 188 kilómetros, en la que el nombre de Fabio Jakobsen vuelve a recobrar protagonismo. El corredor del Quick Step volvió a entrar este jueves en el límite de tiempo, apoyado por todo su equipo.
Queda poco para que termine el Tour, menos de 400 kilómetros hasta París. Las últimas espadas chocarán en Rocamadour y, en los Campos Elíseos, se podrá ver la imagen que quedará guardada para la historia, el abrazo entre Vingegaard y Pogacar, los dos ciclistas más grandes del momento.

Por: EL COLOMBIANO