Evelio Giraldo Ospina: el inolvidable amigo que nunca conocí.

Por: Guillermo Romero Salamanca.

Casi todos los días, durante los últimos cinco años, recibía una llamada de Evelio Giraldo Ospina, una vez en la mañana y otra, en la tarde.

–Vengo de caminar. Estuve por el cerro Sancancio, pensando en las notas de hoy. Ya hice los mandados que pidieron en la casa y bueno, estoy atento a las informaciones del día. ¿Qué ha pasado por Bogotá? ¿Me vas a mandar noticias?

Así empezaban las conversaciones con Evelio, el gran periodista y comunicador que partió a la redacción del más allá este 29 de agosto.

Y es que a Evelio le encantaba ir al supermercado, hablar con los tenderos, dialogar con las cajeras y tomar café en el barrio Palermo de Manizales con sus amigos de toda la vida.

Nuestra amistad surgió por indicación del maestro de maestros Orlando Cadavid Correa, a quien le mandé unas notas sobre la visita del Papa Francisco a Colombia y me comentó que hablara con Evelio para más temas.

Claro, de inmediato comentábamos anécdotas de Orlando, tanto en RCN como en Colprensa. Analizábamos la situación del país de donde surgían muchas notas políticas, sociales, económicas, curiosas y de muchas variedades.

Aprendió de Orlando a manejar dos temas importantes: objetividad e imparcialidad y en temas periodísticos no había discusión. Enemigo acérrimo de las malas redacciones y de la falta de ortografía.

Durante infinidad de horas contó cómo era su Aranzazu del alma y cómo fue su niñez, con profesores estrictos y de ratos al aire libre que le permitieron pensar en ser redactor. Ahí mismo envió sus primeras notas a La Patria. Poco tiempo después lo contactó Orlando Cadavid y lo llevó a trabajar a Todelar en el radio periódico “Crónica” y ahí surgió una amistad que terminó el pasado 28 de junio cuando falleció en Medellín el exdirector de Colprensa, hecho que permeó aún más sus dolencias y le causó una profunda tristeza.

Hace año y medio me llamó, muy temprano y me comentó: “hermanito, me dio esa vaina, tengo Covid”.

–A cuidarse Evelio.

Eran los tiempos duros de la pandemia, sin vacunas y con gran temor nacional. A pesar de su estado seguía subiendo las notas a Eje21 y estaba pendiente de todo.

Caso curioso: con Evelio teníamos extensas conversaciones vía celular, confesaba anécdotas de toda índole, había risotadas, pero nunca nos vimos en persona. Es más, no lo conocía siquiera en una foto. Por demás que no le gustaban.

Lo recordaba cuando daba sus informes a través de RCN Radio cuando se identificaba como Evelio Giraldo Ospina.

Me invitó un sin número de veces a pasear por Manizales, comer los mejores chicharrones, degustar la insuperable bandeja paisa tableada y escuchar unos buenos tangos.

El también director de Radio Noticiero Mundial, fue el director de Radio Sucesos RCN en Caldas y laboró en Caracol Manizales. Fue corresponsal de El Tiempo y publicó el tabloide Ronda Libre.

Un día de este siglo determinaron con Orlando Cadavid montar Eje21.com un portal con información del eje cafetero y con novedades del siglo XXI. Gracias al coraje de los dos comunicadores el portal creció y se ubicó entre los mejores del país, además, logró que decenas de columnistas y colaboradores estuvieran pendientes con la información más la llegada de la agencia EFE a entregar noticias internacionales.

Evelio estaba feliz. Todos los días daba reportes de cómo ascendía la página y cómo se leían algunos temas.

A sus hijos Yesica, Jimena y Juan Sebastián les contaba sucesos de la página y de algunas informaciones. Estaba, como decían antes, “muy bien dateado” y tenía en la mente a decenas de personajes de la vida política y social de Caldas.

Unos meses atrás me confesó que tenía problemas estomacales y que debía viajar a Bogotá a unos exámenes en el Instituto de Cancerología. Luego me comentó que le harían una intervención en Pereira.

El viernes 26 de agosto hablamos con positivismo de los últimos acontecimientos y ratificamos unas informaciones.

Todo estaba “normal”, pensaba yo.

Extrañado por su puntual llamada le marqué a su celular esta tarde fría y gris bogotana. Repicó una y otra vez y contestó su hermana, quien entregó la lamentable noticia. Esta mañana debieron llevarlo de urgencias al Hospital de Caldas, donde, a pesar de las ayudas médicas, no pudo vivir más.

Guardé mucho silencio por el amigo que no conocía. Ahí mismo recordé la canción de Alberto Cortés. Cuando un amigo se va /queda un espacio vací­o/ que no lo puede llenar / la llegada de otro amigo / Cuando un amigo se va /queda un tizón encendido / que no se puede apagar / ni con las aguas de un rí­o.

Evelio: extrañaré tus llamadas, tus conversaciones sobre Dios y la vida, pero más tus risotadas y tus anécdotas periodísticas.

Paz mucha paz.

P.D. Evelio: hoy te conocí en una foto que me envió una gran amiga tuya.

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